Nacido en Siracusa, en la isla de Sicilia, hijo del astrónomo Fidias, el que a su vez se desempeñaba como físico, matemático e inventor griego es, quizá, el más grande de los científicos de la antigüedad. A su inventiva se debe el conocido tornillo de Arquímedes, ingenioso instrumento giratorio capaz de elevar líquidos. Por encargo de Hierón II, rey de Siracusa, debe comprobar si una corona que el soberano había mandado a hacer a un orfebre era realmente de oro, sin destruir la pieza. Durante varios días no encuentra la forma para ejecutar su tarea. Un buen día, mientras se sumerge en su bañera, encuentra la solución. Observa cómo el volumen de agua que se sale de su bañera llena es igual al volumen de su cuerpo. El sabio siente tanta alegría por su hallazgo que, según la tradición, salta de su baño a la calle por donde corre gritando “¡Eureka!” que en griego significa “¡lo descubrí!”. Efectivamente, procede a sumergir la corona en agua para medir su volumen. Luego compara el peso del oro necesario para desplazar la misma cantidad de agua, con el peso de la corona. De esta forma comprueba que la pieza no es de oro, lo que le cuesta la vida al artista. A partir de su hallazgo desarrolla el principio de Arquímedes que consiste en que todo cuerpo sumergido en un líquido experimenta un empuje equivalente al peso del agua desplazada. En otra de sus investigaciones, calcula con precisión el resultado de la división de una circunferencia por su diámetro, constante conocida como número “pi”. Este aporte lo consigue mediante un mecanismo precursor del cálculo diferencial, que sólo se desarrolla dos milenios después. Diseña un dispositivo de poleas capaz de levantar los barcos enemigos y unos espejos capaces de concentrar la luz y encender fuego. Estos inventos permiten que, durante las guerras púnicas, la ciudad de Siracusa resista el prolongado sitio por parte de los romanos, sin embargo la ciudad finalmente cae. El general romano Marcelo envía por Arquímedes, quien se encontraba absorto resolviendo un problema matemático y desatiende el llamado de un soldado; éste, presa de la furia, le da muerte.
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